Recuerdo con nitidez aquella mañana del 25 de Abril de 1998. Salia de mi casa cuando Fuentes, nuestro particular albañil de palabras de Aznalcázar, llego a mi altura en su coche. Los ojos nerviosos delataban que algo había ocurrido. ¿Que ha pasado Fuentes?, le pregunte. La balsa, Antonio, la balsa de Aznalcollar que ha reventado, me respondió.
Fue tal la impresión que no supe que decir, me quede sin palabras. Fuentes siguió su camino y durante el resto del día permanecí atento a las noticias, y es que en ese momento nada podíamos hacer, solo ver como aquella lengua mortal arrasaba el Guadiamar y amenazaba con llegar también a Doñana.
Doñana, al menos su corazón, se salvo. Nuestro rio no tuvo tanta suerte, y 7 millones de metros cúbicos de lodos tóxicos acabaron en el, acabando con todo lo que encontraban a su paso.
Fue una desgracia, sí, pero por una vez la comunidad científica y la política se pusieron de acuerdo para remediar el desastre.
A la limpieza urgente de los lodos se unió el plan PICOVER y otros posteriores , germenes del actual Corredor Verde del Guadiamar. Ademas de recuperar la cuenca del Guadiamar, se pretendía dotarla de dos grandes funciones que ya había perdido incluso antes del vertido minero. Hacer de ella un sistema natural de interconexión natural entre los ecosistemas de Sierra Morena Occidental y los del litoral de Doñana, y un sistema hidrológico fundamental en el balance hidrico de las Marismas del Guadalquivir.
Es cuestionable al menos que esto se haya conseguido en su totalidad, aunque esto daría para otra entrada.
Quedémonos a día de hoy por tanto con lo importante. Y es que en nuestro rio se ven de nuevo las nutrias, los galápagos las ranas... Se escucha el canto de los verdecillos, de los verderones y las currucas... Se hacen notar los meloncillos, zorros, tejones... Se respira vida en cada paso que damos en el.
Por el momento, y ante las imágenes de aquella catástrofe, no es precisamente poco.
Es mas, parece increíble.
Enlaces
Edafologia
Wikipedia
El Pais