
Recuerdo con nitidez aquella mañana del 25 de Abril de 1998. Salia de mi casa cuando Fuentes, nuestro particular albañil de palabras de Aznalcázar, llego a mi altura en su coche. Los ojos nerviosos delataban que algo había ocurrido. ¿Que ha pasado Fuentes?, le pregunte. La balsa, Antonio, la balsa de Aznalcollar que ha reventado, me respondió.
Fue tal la impresión que no supe que decir, me quede sin palabras. Fuentes siguió su...